7 de enero de 2010

Esta noche sí es buena


Navidad, Navidad… Alguien dijo una vez que, mientras supusiera una paga extraordinaria y quince días de vacaciones, sería el mayor defensor de esta fiesta, después de Papa Noël. Claro que el tiempo pasa, los incentivos se desvanecen y las fiestas, siempre más de lo mismo, se ven de otra manera: un solemne coñazo.
Y es que ya ni siquiera responde a planteamientos religiosos –aunque los apuntale-, que podrían incluso resultar respetables, sino que, extrapolados a la esfera socioeconómica y deformados por ella, que los usa y manipula según sus intereses, han venido a parar en una grotesca caricatura, a imagen y semejanza de la sociedad y las relaciones productivas vigentes en cada momento.
En una sociedad como la nuestra, que se predica justa, igualitaria y hasta opulenta, el consumo reemplaza a cualquier pretexto ético o religioso y aun adopta el disfraz de los valores que la sostienen: la colaboración, por ejemplo, entre unas clases, que debieran luchar continuamente, en vez de compartir un menú tarifado, champán barato y dulces de marca blanda, en absurdas comidas de empresa y otros saraos al uso, donde todos son buenos y fraternales, incluido el cabrón del jefe, que aparca los despidos hasta después de Reyes… ¡Es Navidad! Y, pues falsa es su prédica, no debiera extrañarnos el enorme despliegue de hipocresía que trae en el magín.
Habría que negarse a entrar en este juego. Para perpetuarlo, hoy se habla de Fiestas de Invierno, como alternativa laica a la Navidad cristiana, que, tal están las cosas, se reduce a una anécdota. Sin embargo, no es fácil sustraerse a las mil trampas con que juega el sistema. Así, las escuálidas vacaciones que, a cuenta de las veraniegas, disfruta mucha gente en estos días, propician el encuentro familiar y ya me dirás qué padre, madre, abuelo, abuela y demás deudos les dice a sus cachorros que no vengan a dar por el culo. Y, si vienen con niños chicos, cómo no regalarles alguna fruslería… Etcétera y etcétera y etcétera: Vuelve a casa, vuelve por Navidad…, eso dice la letra de una conocida canción publicitaria.
Menos mal que pasaron. Se fueron estos días, como barridos por el calendario. Los pequeños regresaron a la escuela. Los niñatos, obligados a madrugar, se acuestan más temprano. Y la gente, al trabajo, que ya iba siendo hora.
La de hoy, sí, señores, va a ser una noche de paz.

© Amelio López